Entrevista

Eugenia Tenenbaum, la divulgadora que une arte y feminismo en redes: “La cultura siempre ha sido un arma política”

La divulgadora e historiadora del arte, Eugenia Tenenbaum.

Sara Lombas

Eugenia Tenenbaum se ha convertido durante los últimos años en una de las figuras más relevantes dentro de la divulgación del arte en redes sociales. Esta historiadora del arte de origen gallego ha convertido sus cuentas de redes (en Instagram, por ejemplo, acumula ya casi 120.000 seguidores) y su Patreon en un foro en el que abordar el arte desde la perspectiva de género.

Su libro 'La mirada inquieta' busca ofrecer una óptica alejada del foco predominante en el arte, con el objetivo de ofrecer una óptica desde nuevos puntos de vista que reenfocan la mirada el arte visto desde el punto de vista del hombre blanco. Todo ello a través de un lenguaje horizontal, con el objetivo de comprender cuestionar las obras de arte desde la Antigüedad hasta el silo XX.

Eugenia Tenenbaum presenta 'La mirada abierta' el jueves 11 de abril en León, a las 20 horas en la librería-café Sputnik, como parte de la programación de la Feria de Editores Emergentes.

Vamos a empezar por el principio, ¿cómo cuándo empiezas tu camino como divulgadora de arte, especialmente en redes sociales? 

Desde la adolescencia. No soy nativa digital, pero siempre me defino como una niña rata de internet y de las redes sociales. Desde los 13 o 14 años siempre había un momento en el que tenía una cuenta en alguna red social o tenía un blog, pero nunca lo hice con ninguna intención más allá de poder expresarme y de poder conocer gente más allá del sitio en el que yo vivía, por ese sentimiento de no encajar en el entorno. 

No es hasta 2018, cuando algunas de mis seguidoras me dicen: ‘Oye Eugenia, pero tú lo que estás haciendo es divulgar’. Justo coincidiendo, paradójicamente, con la pandemia y con el confinamiento, mi madre y yo nos quedamos viviendo en Madrid sin ningún sueldo entrando en casa. Fue eso lo que me empujó a empezar a profesionalizarme y empezar a ofrecer talleres. Antes justo del confinamiento había empezado a dar visitas guiadas, y como funcionó también la acogida que tuve desde entonces trabajo como autónoma. 

Durante los últimos años hemos visto otros perfiles de divulgadores de arte o historia en redes sociales. A pesar de que muchas veces se habla muy mal del uso de las redes sociales, quizá con motivo, ¿qué opinas de su función dentro de la divulgación de historia o de historia del arte? ¿Sirve para que los jóvenes entren en contacto con el arte de otra forma, que para ellos es un poco más natural? 

Sí, sin duda alguna.  De hecho, creo que la pandemia y el propio confinamiento lo han demostrado. Como la gente cuando estaba en su casa lo que buscaba era esa distracción, ese interés, esa curiosidad y ese conocimiento y muchísimas personas lo encontraron en la divulgación. Una divulgación cercana, pretendidamente horizontal, con un vocabulario y unas formas asequibles, que lo que hacen es acercar conocimientos que forman parte de disciplinas que se consideran muy exclusivas y muy elitistas porque lo son. 

Al final lo que hacemos las divulgadoras es bajar todo ese conocimiento a tierra, para demostrar hasta qué punto el arte no sólo es entretenido, sino que es una parte integral de nuestro día a día e incluso también de nuestras identidades culturales. De hecho, creo que algo compartido entre todas las divulgadoras, en este caso de arte, es ese mensaje que solemos recibir -o que al menos yo recibo mucho- de: ‘la historia del arte no me interesaba lo más mínimo hasta que no empecé a seguirte’. Es algo precioso. Es como de repente sentir un clic y pensar que todo cobra sentido. 

En el libro ‘La mirada inquieta’ mencionas que lo que intentas con esa guía de arte, es democratizar el arte. ¿Democratizar el arte para ti significa esa forma de romper el elitismo y acercar el arte a cualquier persona? 

Para mí la democratización del arte pasa por partir de la base de que la terminología específica existe por algo, todo lo que no sea terminología específica, intentar convertirlo en un lenguaje asequible. Pero también es dar herramientas de análisis crítico.

Que cuando una persona entra en un museo y sale sintiéndose ignorante, sepa por qué y sobre todo sepa que la mayor parte de las ocasiones esta ignorancia es una ignorancia pretendida desde la academia y alimentada desde los museos, precisamente por esa necesidad de mantener un régimen elitista que los conciba como espacios muy jerárquicos y muy horizontales. 

Yo como historiadora del arte pretendo romper eso porque entiendo que el arte es nuestro patrimonio y por tanto todas las personas deberíamos tener el derecho a poder acceder a él en condiciones igualitarias y horizontales. 

Además de esta intención, ¿sobre qué otras patas se sostiene el libro?

Básicamente lo que pretendo con el libro es poner al alcance de las lectoras ese paradigma predominante que es un paradigma muy blanco, muy clasista y también muy racista y misógino, y confrontarlo con metodologías que lo que hacen es revisar cómo nos hemos acercado al pasado y sobre todo completar la cantidad de huecos que hemos dejado vacíos introduciendo en ellos a las personas que siempre han estado y que por tanto deberían ser mencionadas.

Lo que pretendo con el libro es poner al alcance de las lectoras ese paradigma predominante que es un paradigma muy blanco, muy clasista y también muy racista y misógino

También acercar a la gente a esa noción de que una obra no es solo exclusivamente esa obra sino es todo lo que la rodea. Ir más allá para poder dar herramientas de análisis que puedan servir de nuevo tanto para analizar las obras como para analizar la trayectoria de esos artistas como para analizar la cultura visual que estamos viendo constantemente cuando vamos al cine cuando encendemos la televisión, cuando abrimos una red social. 

A lo largo de la historia se ha obviado esa perspectiva femenina, no solo la figura de la mujer real, sino también el arte realizado por esas mujeres. Muchos museos crean exposiciones temporales para dar visibilidad a artistas que han pasado a la historia totalmente desapercibidas ¿es forma de darle, por así decirlo, justicia a estas mujeres o sus obras deberían estar incluidas en exposiciones permanentes de la misma forma que ocurre con los hombres? 

Sin duda alguna deberían estar introducidas en las colecciones permanentes porque formaron parte de la historia, forman parte también del canon y no solo no crearon ni produjeron en condiciones marginales sino que trabajaron en los mismísimos centros del arte y para los principales y las principales mecenas. 

El problema es que desde estas instituciones se habla siempre de la misoginia o de los sesgos de género en tercera persona. No se produce una crítica a cómo han sido estas mismas instituciones, las que no sólo han alimentado sino también perpetuado que estas artistas hayan sido excluidas no sólo de sus exposiciones permanentes, sino también en muchos casos de sus propios depósitos. Habla casi más de un endulzamiento que de un compromiso profundo y estructural con esta metodología.

Hemos hablado de esa autocrítica que falta en muchos casos en los museos pero también me gustaría preguntarte si ocurre lo mismo en la enseñanza ¿existen carencias a la hora de abordar asignaturas de arte? 

Totalmente. Cuando pensamos en historia del arte pensamos en toda la historia, de todo el territorio mundial a lo largo de todas las etapas. Condensar todo esto en una asignatura de secundaria de un curso escolar es una absoluta locura. Seguimos enseñando la historia del arte ahora igual que lo hacíamos hace 50 años, y entonces igual que lo hacíamos hace 100 años.  

En España seguimos sin ser conscientes de la importancia que tiene nuestro propio patrimonio, nos empequeñecemos. Para mí esto además lo que demuestra es cómo el valor que damos a determinadas obras de arte es un valor que tiene más que ver con la propaganda que con la técnica. La cultura y el arte siempre han sido un arma política y, de hecho, nos sorprende que sea precisamente en cultura donde los gobiernos y partidos de derecha y ultraderecha tengan más mano. Lo que me empuja a pensar hasta qué punto las izquierdas no hemos sido capaces de valorar la gran importancia que tiene el arte en cuanto a política.

En España seguimos sin ser conscientes de la importancia que tiene nuestro propio patrimonio

Siguiendo este hilo, precisamente en redes sociales hemos visto que muchas veces se llevan a cabo debates respecto al patrimonio. Algunas muy virales, otras menos y creo que merece la pena también preguntarte por algunas de las que pueden tener menos visibilidad, como por ejemplo la pérdida de patrimonio en guerras como la de Gaza ¿Es cuestión de que el patrimonio no es importante ni es una preocupación de gobiernos y organismos internacionales o hablamos de algo concreto de esta guerra que ocurre fuera de occidente?

De hecho esto para mí de nuevo tiene que ver indisolublemente con la política y con los racistas que somos en muchos casos sin saberlo. Con esta cuestión que tú pones encima de la mesa yo fui muy crítica en su momento porque la mayor parte de personas que se dedican a la divulgación cultural en ningún momento se han posicionado en contra del genocidio que Israel está cometiendo en Gaza. Una parte muy importante de cualquier proceso genocida, además de atentar contra vidas, es precisamente hacerlo contra la memoria de las identidades culturales y una forma fantástica de atentar contra esta memoria es atentar contra el patrimonio.

En contra del genocidio que está cometiendo Israel otro grupo de activistas atacó el cristal de la Venus del Espejo de Velázquez en la National Gallery y todas estas personas que se dedican a la divulgación cultural, que no dijeron nada contra los atentados patrimoniales que se han cometido en Gaza, tardaron menos de 30 minutos en lanzarse a Twitter y lanzarse a Instagram a criticar estos ejemplos de desobediencia civil y de activismo político dentro de los museos.  

En muchas ocasiones me da vergüenza el gremio de divulgación cultural en redes sociales precisamente por lo mucho que se les ve a algunas personas el plumero. Lo triste es que para muchísimas personas que se dedican a la cultura es más importante que se le pegue un martillazo a un cristal que el hecho de que miles de personas estén siendo desplazadas o asesinadas en vivo y en directo.

En muchas ocasiones me da vergüenza el gremio de divulgación cultural en redes sociales precisamente por lo mucho que se les ve a algunas personas el plumero

Me comí muchas hostias por decir que seguramente te has enterado de que han atacado la Venus del espejo pero no de que han dinamitado una de las iglesias y varias mezquitas más antiguas del mundo. 

Tengo que preguntarte también por este caso que mencionas y muchos actos similares que hemos visto por parte de activistas climáticos y que han levantado bastante polémica ¿cuál es tu posición al respecto de estas protestas?

Uno de los argumentos que parafraseo es que estos activistas en realidad lo que están haciendo es desfavorecer su propio movimiento. Generalmente esto viene de parte de personas bastante reaccionarias, personas que a priori no están interesadas por la situación de emergencia climática y disfrazar su falta de movilidad contra personas que sí que están intentando hacer algo, instrumentalizando esta resistencia como contrapartida. Curiosamente solo se manifiestan para decir ‘esto no sirve de nada’.

Si el arte siempre ha sido político los espacios museísticos son por tanto espacios de política, de discurso, de relato y de hegemonía. Si desde allí no se está produciendo un posicionamiento a favor de determinados movimientos sociales tienen que entender que sean espacios que se utilicen para protestar. En ninguno de los casos están hiriendo el patrimonio, están atentando contra él a nivel simbólico. La mayor parte de obras de arte expuestas en los museos no están protegidas si tú quieres rajar un lienzo cinco veces puedes hacerlo. Un marco del siglo XVII tiene mucho valor patrimonial, pero cada vez va a tener menos importancia si no podemos respirar al salir a la calle. No hay mejor forma de proteger el patrimonio que tanto parece importarles a muchas personas que ponernos las pilas respecto a la emergencia climática.

Para mí no es tan importante lo que se protege o no se protege sino bajo qué premisa se hace y, sobre todo, cuál es el relato y el discurso

Hemos mencionado también cómo se instrumentaliza la cultura. En Castilla y León la Junta, cogobernada por Vox que además tiene la cartera de Cultura, ha incluido como Bien de Interés Cultural un mausoleo fascista como es la pirámide de los italianos en Burgos. A nivel provincial vemos cómo en instituciones públicas se mantienen cuadros que representan a figuras políticas franquistas. ¿Qué deberíamos hacer con este patrimonio

Para mí no es tan importante lo que se protege o no se protege sino bajo qué premisa se hace y, sobre todo, cuál es el relato y el discurso. La censura es algo muy reaccionario, muy de la derecha, de la ultraderecha y de los fascismos por tanto estoy más a favor de la recontextualización; intervenir el relato, porque el relato siempre ha sido ideológico y nunca es objetivo, y mantener ese patrimonio más que nada como memoria. Cuando tú eliminas algo, no sólo lo estás retirando de la faz de la tierra sino también estás atentando contra la capacidad que esa obra de arte tiene de iniciar un diálogo que sea ético y que nos ayude a construir una sociedad más justa y más igualitaria.  Con un cartel nunca basta tiene que haber una intención política y tiene que haber un compromiso ciudadano.

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