Con las maletas de León… a Vancouver 

Judit Bracic

Marta Cuervo

Jose, regente de un bar en León, y su pareja Judit, licenciada en Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de León -y con un máster en Marketing y Comunicación Digital-, decidieron lanzarse, buscar nuevas oportunidades lejos de una coyuntura económica que no les dejaba despegar. Así, hicieron las maletas y pusieron el destino de su vida en manos de la buena fortuna que Vancouver podría ofrecerles.

“Cómo acabamos en Vancouver es algo gracioso, quizás por casualidad se podría decir. Yo siempre fui alentada por mi familia a viajar, a explorar nuevos lugares. Tenía muy claro que me iba a ir en cuanto acabara la carrera. Estuve un año viviendo en Chipre, gracias a la beca Erasmus, y al volver me quedaba el último curso de la licenciatura. En ese año, Jose estaba pasando por una mala época profesionalmente hablando, por lo que le dije, ”nos vamos ya, no lo pienses más“, recuerda Judit.

“La pérdida de población, sobre todo en mi generación, es comparable a la vivida por muchos conocidos y familiares hace 40 años, debido principalmente a la falta de demanda de empleo cualificado. Hace tres años el paro era muy alto y el consumo era mínimo y se empezó a recortar lo imprescindible. Siempre se dice que donde se recorta es en las tapitas del bar, la peluquería, salir a cenar...”, admite Jose.

Juntos decidieron que su destino tenía que ser un sitio de habla inglesa para mejorar su nivel. Descartaron Inglaterra debido a la aglomeración de hispanohablantes, y Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos porque estaban demasiado lejos de España. “Nos quedamos con Canadá y, una vez decidido el país, escoger Vancouver fue fácil pues es la ciudad de Canadá con el clima más agradable; apenas nieva, no hace frío, está cerca del mar y es considerada una de las 3 mejores ciudades del mundo para vivir”, defienden los chicos.

“Estuve buscando por foros y hablando con mucha gente, me informe en la página del gobierno canadiense, y finalmente conseguimos, con mucho esfuerzo y agobios, un visado por un año: el famoso Working and Holidays Visa (WHV)”, explica Judit.

Judit y Jose coinciden en que, el momento en el que tomaron la decisión, fue el más duro. “Todo tiene siempre una parte buena y una parte mala. Pero se pasa, y el resto llega solo, paso a paso. Cuando te quieres dar cuenta estas en el avión saliendo de barajas, sabiendo que tardarás en volver a probar nuestra cecina o un buen cocido o...”. “PeroVancouver ofrece un sin fin de oportunidades, tiene un equilibrio entre naturaleza y civilización digno de admiración, aunque la vida es frenética esta ciudad trasmite tranquilidad”, añaden positivos.

Los comienzos de su nueva vida en Canadá fueron especiales. “Nada más llegar, al segundo día y segunda entrevista, Jose consiguió un trabajo que le hacía estar largas temporadas fuera de casa. Así que yo me pasé los dos primeros meses más bien sola, con los compañeros de piso y los amigos. Y, casualidades de la vida, uno era de Ponferrada, sin saberlo cuando llegamos al piso, y de entre los amigos otro de Ciñera. Al final los leoneses nos encontramos sin buscarnos”, relata Judit.

Otra de las anécdotas que la joven leonesa comparte, también ocurrió el segundo día, de camino a cambiar dinero. “Cogimos un autobús y no teníamos ni idea de dónde parar y hacia dónde iba, así que estábamos hablando en el bus sobre nuestras dudas y, de repente, una señora mayor se nos acercó hablando en español, contestando a todas nuestras preguntas. Esa señora madrileña que llevaba en Canadá mas de 50 años, se convirtió en una amiga que nos ayudó mucho. Aquí la comunidad española es inmensa, y cada vez es más grande”, añade.

Judit y Jose llevan viviendo en Vancouver un año y medio y, a pesar de que en algunos momentos han pensado en tirar la toalla y regresar a su León natal, siempre han seguido hacia adelante. “Hay días que veo fotos de mi familia y amigos, y tengo unas ganas locas de volver a mi casa, de salir con mis amigas y de pasear por León. Pero luego están los días en los que no cambiaría Vancouver por nada. Jose nada más llegar se quería quedar para siempre. Bromeando yo le llamaba 'Jose el canadiense', y ahora es él quien más ganas de volver. Va pasando el tiempo, y echamos de menos a nuestras familias”.

“Pero lo llevamos bien, lo cierto es que estamos muy contentos de estar aquí, llevamos una vida tranquila, y disfrutamos mucho de los placeres diarios que ofrece esta frenética ciudad. Su clima es envidiable; dicen que llueve mucho, sí es verdad, pero también hace muy bueno, y nunca nieva. Ahora mismo estamos ya en primavera. Aunque siempre llevando una chaquetita por la noche por si acaso, como buenos leoneses”, bromea Judit.

Vivir en Downtown, Vancouver

Vancouver es más de cuatro veces más grande que León, y los chicos asemejan su nueva ciudad a la vida en Madrid o Barcelona. “León, comparado con Vancouver, sería quizás un barrio. Nosotros no conducimos, ni siquiera tenemos coche, nos movemos en transporte público, bus y skytrain, que funcionan muy bien”.

“La compra la podemos hacer prácticamente a cualquier hora, pues grandes supermercados y tiendas abren casi las 24 horas del día. En Downtown, que es donde vivimos nosotros, la gente suele comprar al día”.

En Vancouver, están muy concienciados con el medio ambiente, y se preocupan mucho por comprar productos ecológicos, pero estos productos orgánicos tienen unos precios hasta 3 veces más altos. “No veas como se echan de menos los productos del pueblin”, añade rápidamente Jose.

Judit y Jose se han tenido que adaptar al país, y subrayando el tema de la alimentación, recuerdan que al principio sus compras se convertían en “una odisea”, acostumbrados a los platos españoles, cuyos productos difícilmente encontraban. “Al final te acostumbras y cambias algo la forma de cocinar”, comentan.

“Aquí tenemos mucha influencia asiática, de hecho la comunidad asiática es una de las mas grandes fuera de Asia. Vancouver tiene una gran oferta gastronómica de todas partes del mundo, y muchos son de gran calidad, y elevado precio. Ahora nosotros somos muy fans de la comida Coreana”, confiesa Judit.

“La vida nocturna es especial, aquí no hay barrio húmedo. Las fiestas se hacen en casa y luego, si eso, se sale a algún club, y algunos 'after parties'. Pero, aun así, la noche de Vancouver no es de las mejores, es algo que hasta los propios canadienses dicen”, apunta la licenciada en Administración y Dirección de Empresas.

¿Y las diferencias a nivel laboral?

En cuanto al aspecto laboral, Jose trabaja en la construcción y le van cambiando de localización dependiendo de los proyectos. “Aquí la industria de la construcción es impresionante, no se para de construir. Así que él marcha muy temprano por la mañana y vuelve por la tarde”, explica la joven.

Judir trabaja de recepcionista en un hotel en Downtown, y se considera muy afortunada de poder ir andando o en bici al trabajo. Sus horarios son más especiales, así que hay veces que no consigue coincidir despierta en la misma franja que su novio.

Pero Judit y Jose quieren dejar claro que “hay trabajo”. “Dicen que cada vez menos, pero desde mi punto de vista no es tan cierto, el mercado laboral de Vancouver se mueve a gran velocidad, yo he tenido 3 trabajos y no he estado sin trabajar ni un sólo día desde que tuve el primero. Además, siempre mejorando laboralmente, con oportunidades para ascender”, remarca Judit.

Jose ha tenido la misma suerte, “ha estado trabajando en dos compañías diferentes, sin pasar más de una semana sin trabajar. Por lo que si quieres, puedes trabajar, aquí no hay fallo. Eso sí, si quieres un trabajo de calidad, el inglés es imprescindible”, añade la joven.

El sueldo es más alto, pero también hay que tener en cuenta que el coste de vida es mayor. Además, esta provincia British Columbia es una de las provincias con los impuestos más altos. Aun así, según los leoneses, los sueldos son buenos y se puede ahorrar y vivir bien.

“Algo bueno de aquí es que te pagan por horas y 2 veces al mes, en la mayoría de los trabajos, por lo que si haces más horas de las que tendrías que hacer, esas horas extras te las pagan. Todo tu trabajo es remunerado, no se regala nada”.

Similitudes entre Canadá y España

“Hay ciertos aspectos de la vida fuera de la ciudad, que recuerdan un poco a la vida en los pueblos, pero todo masificado; las distancias aquí son enormes, y toda la costa oeste de Canadá está recorrida de norte a sur por un sistema de montañas, valles, ríos y lagos, de increíble belleza. A mí me recuerda, un poco a casa, a cómo se vive en algunos pueblos de España”, rememora Judit.

De todas formas, Judit y Jose encuentran más diferencias que similitudes.

La morriña de la tierra leonesa

Lo que más echa de menos Judit son los domingos por la tarde después de acabar de trabajar en el Boccalino -negocio familiar- y comer con los suyos en el restaurante, “esa cecina tan buena que tenemos en León”. “Los espectáculos de luces de San Isidoro, los paseos por la calle Ancha y la Catedral iluminada por la noche”.

Por su parte, Jose echa de menos a su familia, salir con los amigos a tomar unas copas, y la comida. “Aunque aquí en casa yo me encargo de darle el toque español a mi cocina, no hay nada como casa”, apunta.

La belleza de Downtown -Vancouver-: mirar a la derecha y ver el mar, a la izquierda las montañas

Para estos dos jóvenes aventureros, el principal atractivo de Downtown -Vancouver- es la gran oferta de actividades disponibles. “Salir por la puerta de nuestra casa, mirar a la derecha y ver el mar, y a la izquierda las montañas. En menos de una hora podemos estar esquiando y, si hace sol ese día, dar un paseo alrededor del impresionante Stanley Park, a la vera del mar. El cine de verano y el yoga gratuito. Las batucadas en la playa todos los martes. Los festivales de las diferentes culturas que conviven en la ciudad. La libertad”, expresa la leonesa.

Judit asegura que la ciudad se ha convertido en parte de ella. “Siempre lo digo como algo personal, viajo para inspirarme y aprender lo que no me enseñarían en mi casa, es la cultura del respeto al medio ambiente, el yoga y el mimo por los negocios locales. Estas 3 cosas son para mí las que definen a esta ciudad, que también tiene muchos defectos”.

Judit y Jose tienen intención de volver a España, pero no por el momento. “Queremos quedarnos más tiempo en Vancouver. Aunque nunca se sabe, porque como necesitamos visado, estamos a la espera de que nos conteste el gobierno canadiense al respecto del nuevo. En caso negativo, volveríamos a León, por supuesto, pero sólo como parada antes de nuestro próximo destino. Aún queda mucho por ver antes de volver”.

Judit, vivió durante un año en Chipre, concretamente en Nicosia. “Comparando Vancouver con Nicosia, no veo mas que diferencias, son totalmente distintos. Mi isla preciosa, llena de cultura e historia, con sus gentes amables, muy felices y que se pasan el día tomando café y jugando al backgammon; son tan relajados que si un vancuverita, que siempre tiene prisa, que aunque son simpáticos no son tan cercanos, los viera no entendería cómo lo hacen. Eso sí, en lo de tomar café son igualitos, lo que pasa es que aquí se lo toman corriendo y a los chipriotas les lleva horas”.

La meta de Judit y Jose

La meta de Judit y Jose es muy clara: “Aprender lo máximo posible, ver y experimentar, para poder volver con muchas ideas, y llevar a nuestra ciudad todo aquello que será un beneficio para todos. Por el momento no vamos mal, nuestro cuaderno de ideas está casi casi lleno, pero aún nos queda mucho”, reflexionan muy positivos estos dos jóvenes, que han cambiado su vida en un tranquilo León, por la cosmopolita Vancouver.

Etiquetas
stats