Una fabada, un chupete y dos almohadas para el cabildo, que pide más implicación en el cuidado del templo

Cabezadas 2015

Elena F. Gordón / Ical / ileon.com

Un cirio de una arroba bien cumplida y dos hachones de cera. Es la ofrenda que el pueblo de León presenta puntualmente a San Isidoro en el domingo más próximo a su festividad. Si es voluntariamente o por obligación es lo que debaten cada año el Cabildo de la Real Colegiata y la Corporación municipal, esta vez representados por Pascual Díez y Javier Reyero, respectivamente, en la ceremonia de Las Cabezadas.

Ambos se enfrentaron el claustro del templo ante numeroso público en un suave debate argumental en el que, como manda la tradición, el munícipe insistió en que la ofrenda es “libre y voluntaria” y el canónigo en que es foro u obligación. También como manda la tradición, la batalla acabó en empate y en un abrazo entre ambos aplaudido por los presentes.

Las Cabezadas, llamada así, por las inclinaciones que la corporación hace antes de entrar a la Colegiata para dar comienzo a la ceremonia es una de las celebraciones populares más relevantes de la capital leonesa. Rememora el reflejo de la promesa hecha por el pueblo de León tras las lluvias que siguieron a una pertizaz sequía a mediados del siglo XII, siendo rey Fernando II.

En el recorrido que se organizó con las reliquias del santo, al que se decidió procesionar para reclamar agua, cayó tanta que hubo de detenerse el cortejo y fue imposible levantar las andas que sostenían los restos, lo que se interpretó como un signo de que los restos no debían volver a abandonar su ubicación. Se decidió entonces la ofrenda anual que pervive en el tiempo y por la que se enfrentan Cabildo y Corporación en una incruenta lucha que siempre cierran con intercambio de obsequios.

En esta ocasión, el Cabildo regaló al concejal una réplica del Gallo de San Isidoro, símbolo del templo, y edil le hizo entrega de un bote de fabada, para una buena comida, una almohada de 'última generación', para dormir una placentera siesta y de un chupete, para que el sueño fuese como el de un bebé.

Además el representante del Cabildo aprovechó la ocasión para reclamar al Ayuntamiento más atención al templo y su entorno. Recordó los esfuerzos de la Iglesia para su mantenimiento y otros aspectos de la conservación y pidió mejoras, por ejemplo, en accesibilidad, para que puedan llegar fácilmente las personas de edad. De hecho, hoy mismo, una religiosa que acompañaba a otra de 100 años se lamentó precisamente del cierre a vehículos de los accesos, lo que obligó a un dificultoso recorrido para ambas.

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