Con las maletas de León... a Davos

Samuel Escobar

Marta Cuervo

Aventurero, divertido, decidido y muy resuelto. El mejor chef de carnes y pescados en uno de los hoteles más prestigiosos de Davos, Suiza, es leonés. Orgulloso de contemplar la espectacular vista panorámica que la condición del espacio gastronómico, ubicado en el 10º piso, ofrece sobre el valle, Samuel acabó en Suiza el otoño pasado “gracias a no dejar de perseguir sus sueños y a un poquito de fortuna”. Samuel, proveniente de una familia hostelera, se formó en León como cocinero en la escuela de San Cayetano, y trabajó hasta en siete ciudades Españolas diferentes, tratando de aprender de diferentes chefs y gastronomías además de ir calmando su sed de nuevas aventuras.

“Después de trabajar una maravillosa temporada de invierno en el Valle de Arán, decidí probar la vida en la gran ciudad y darle caña al Inglés, así que hice las maletas y me fui a trabajar durante casi 2 años a Londres. Allí recalé en la cadena hotelera Intercontinental y tras mucho duro trabajo me ofrecieron la posibilidad de trabajar en una de sus joyas de la corona: el hotel que regentan en Davos desde hace tan sólo 18 meses”, explica de forma resuelta el leonés.

Pero definitivamente “la gran ciudad y sus automatismos” no eran para Samuel, quién no se lo pensó dos veces en trasladarse a Davos. Su pasión por la montaña y la nieve tuvieron mucho que ver en esta decisión espontánea. “Ni si quiera el idioma me asustó de aquellas”, apunta entre risas.

Samuel vive en Davos, la ciudad más alta de Europa, que se ubica en el cantón de los Grisones y descansa al pie de un valle a 1.560 metros sobre el nivel del mar, según puntualiza. “Es principalmente un gran destino de esquí y deportes de invierno, así que a pesar de que sólo tiene unos 12.000 habitantes censados es uno de los resorts de Ski más populares de Europa y en invierno hay bastante movimiento de turistas o gente con segunda residencia. Además, aquí se celebra el World Economic Forum y podéis creerme que durante esa semana Davos es un circo impresionante”, declara el hostelero.

El restaurante del hotel constituye un espacio para unos 45 comensales en el que se fusiona la cocina alpina europea con la pureza de la cocina mediterránea. “Somos un equipo pequeño de gente muy joven y tenemos libertad creativa por parte de la compañía así que la verdad es que me lo paso pipa”, reconoce sin perder la sonrisa.

Pero, aunque el le regale gran peso de sus méritos a la suerte, Samuel trabajó en cocina en diferentes ciudades de España desde los 16 hasta los 22 años, cuando se marchó a Inglaterra. “Puesto que mi familia tiene un negocio, siempre me planteé mi carrera como una contrarreloj en la que debía absorber lo máximo posible para un día volver a casa y aplicarlo”.

Un día en la vida suiza de Samuel

Según nos relata, su vida en Suiza está muy ligada al snowboard y la montaña, “su gran pasión y el motivo por el que se fijó en Los Alpes como destino”.

Samuel asegura que sus días empiezan la noche antes. “Antes de irme a la cama siempre echo un vistazo al parte de nieve para el día siguiente, lo comento con mis amigos de aquí y en base a eso decidimos cómo será nuestra mañana. Si nuestras plegarias de nevadas fueron escuchadas y las condiciones serán las óptimas, después de un desayuno de campeones subiremos alguna montaña y haremos unas bajadas increíbles por nieve virgen. Si no, pasaremos la mañana en las pistas de esquí”, confiesa el joven.

El día se ajetrea tras el mediodía, cuando Samuel se prepara y come a carreras para llegar al trabajo. En este aspecto se alegra de que Davos sea una ciudad pequeña, ya que en 10 minutos ha llegado a su puesto. “Todo un gustazo teniendo en cuenta que hace tan sólo medio año tenía que ver cómo se me escapaban casi 2 horas de mi vida en el transporte público Londinense para desplazarme”. “Tras mi jornada laboral o bien me tomo unas cervecitas en el bar con los amigos o nos echamos unas partidas de Playstation, un póker... Mi compañía tiene un edificio con unos 100 estudios individuales donde vivimos los empleados, así que encontrar algún 'guateque' no es tarea complicada”, comenta.

Mejores condiciones laborales, delincuencia cero y sólo un 3'5% de desempleo

En cuanto a las diferencias a nivel laboral entre Suiza y España, Samuel reconoce que la remuneración por el trabajo es más elevada y acorde en Suiza, y las condiciones laborales se respetan más; el empleado está más protegido.

“Cada minuto extra que hago sobre mi jornada laboral queda registrado y se me devuelve o se me paga según el caso. No es como mis amigos pensaban, que venía a Suiza a trabajar 6 horas al día mientras como 'Toblerone' y aprendo canto tirolés, ni mucho menos. De hecho he llegado a hacer turnos de 17 horas non stop, pero al menos sé que cada hora que haga de más no cae en el olvido, y eso, es mucho”, argumenta Samuel, que en ningún momento abandona el buen humor en sus respuestas.

“En general aquí son muy rectos y les gusta llevarlo todo por el libro. También creo que aquí la figura del manager está algo más presente que en España”, resume.

A nivel social, el dato que ofrece el hostelero habla por si sólo: 3.5% de desempleo. “Aquí la pobreza no existe. Apenas hay desempleo, y con el salario base tu nivel de vida es bastante bueno. Es un país exportador en el que importar sale muy caro, así que la gente aquí tira mucho 'por lo suyo' y desconfía un poco de lo que viene de fuera”.

Además, en Davos hay mucha inmigración, especialmente alemanes y portugueses. “Ahora el Gobierno regula la inmigración para residentes de la UE, así que no es tan fácil como decir: me voy a Suiza a trabajar. Se necesita un contrato, que te den el permiso de residencia...”.

Delincuencia cero. “En este país te multan por todo. La gente es mucho más seria y se toman la vida mucho más en serio. Acatan las normas sin rechistar y no les gustan los que no lo hacen. Por supuesto que no son tan dicharacheros como nosotros y no les suele dar el amanecer cuando salen de fiesta. Y sobretodo, no entienden el concepto siesta”.

Lo que más le gusta a Samuel de su nueva ciudad es que a pesar de ser una ciudad pequeña, en Davos encuentra todo lo que necesita. “Tengo para hacer todo tipo de actividades deportivas en invierno y en verano, además, la vida nocturna está animada durante la temporada de invierno. Los paisajes y el entorno son increíbles, el aire es muy puro y, después de vivir en la gran ciudad, sin tiempo para nada y con edificios que no te dejan ver lo que hay arriba, levantar la cabeza aquí por las noches y mirar las estrellas se ha convertido en uno de mis pequeños placeres”.

También disfruta mucho de la diversidad cultural: “Me divierto con el tema idiomas. Suiza tiene 4 lenguas oficiales: italiano, francés, alemán y romanche”.

Me vuelve loco el amor por la montaña que hay aquí. Desde niños hasta ancianos, todos son muy deportistas y disfrutan de la montaña todo lo que pueden

Lo que más echa de menos, está claro: la gastronomía leonesa. “Extraño mucho la cultura de los vinitos antes de comer, merendar y cenar. Hace mucho que no paso unas Navidades o Semana Santa en León y eso duele. También, inevitablemente, echo de menos las calles, parques y bares en los que me he pasado la vida, pero sobre todo extraño a los seres queridos. Los lugares que te gustan son reemplazables pero las personas no, y eso es lo más duro de ser un emigrante”.

Debido a su carisma, Samuel no ha tenido ningún problema en convertirse en uno más. “A pesar del idioma y de que es una cultura bastante diferente, no me ha costado nada adaptarme. Supongo que las ganas que tenía de vivir en un sitio como este han ayudado. Al trabajar en una empresa grande, Recursos Humanos me ha facilitado todos los trámites burocráticos, seguros, médicos, teléfonos, etc. Y en lo social he sido muy afortunado porque nada más llegar conocí a un pequeño grupo de españoles que viven aquí y hemos formado una pequeña familia, nos divertimos mucho juntos, nos ayudamos en todo lo que podemos. Vivo rodeado de compañeros de trabajo que más o menos llegaron en la misma situación que yo y con las mismas inquietudes y ganas de conocer gente nueva, así que desde el primer día siempre estuve rodeado de buena gente y entretenido. Mi casa siempre tiene las puertas abiertas para la buena gente, y eso ha propiciado visitas leonesas muy agradables”.

Pero todo pro viene acompañado de su contra: “Pienso que lo único malo que tiene vivir las temporadas de invierno es que en algún momento se acaban y por diferentes causas tienes que decir adiós a gente maravillosa”.

Samuel no quiere comprometerse con la palabra 'definitivamente', pero por el momento considera Suiza su lugar ideal de trabajo. “Estoy muy a gusto en este país y tengo contrato indefinido, no se me ocurren muchos otros donde pudiera tener tanto equilibrio en mi vida como aquí. Una posibilidad que me agrada mucho y que es bastante viable sería la de vivir los inviernos en Suiza y veranos en España”.

La meta de Samuel: “Aunque soy madridista hasta la médula, con el permiso de los seguidores del Átletico de Madrid voy a tomar prestada la filosofía de su entrenador: 'Prefiero ir partido a partido'. No me gusta marcarme metas a largo plazo. Nuestros gustos, creencias e inquietudes cambian con el tiempo y algunas metas a largo plazo tan sólo me alejarían de lo que para mí es el gran objetivo: Ser feliz y vivir en equilibrio entre lo que soy y lo que quiero ser. Prefiero alegrarme por los pequeños logros que voy consiguiendo. Ahora mismo mi siguiente partido es aprobar las pruebas de acceso a la Universidad y empezar a formarme en el campo nutricional”.

Sin pausa pero sin prisa.

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