Cuando Franco esquilmó a los leoneses para vencer

Multa de la friolera de 500.000 pesetas contra Octavio Alvarez Carbayo, firmada por el gobernador militar.

C.J. Domínguez

“Todo lo publicado hasta ahora es una gran mentira”. Las palabras salen de la boca del investigador histórico leonés Javier Fernández-Llamazares, en referencia a la abrumadora documentación por él localizada que forma parte del libro presentado esta semana 'Los leoneses que financiaron a Franco'. Documentación que demuestra con ejemplos detallados el intrincado y muy desconocido sistema empleado por el régimen golpista a partir de 1936 para esquilmar las fortunas de las grandes familias, con una doble finalidad: financiar el esfuerzo bélico contra la República, y debilitar y de paso reprimir la influencia de poderosos apellidos de la época.

El libro se centra en casos concretos de apellidos leoneses bien reconocibles, algunos de los cuales colaboraron gustosamente con un régimen con el que simpatizaban, otros de manera oportunista para ponerse de lado de un Franco que sin embargo aún era incierto vencedor y los últimos ponían dinero forzados, como castigo por su republicanismo.

Hablamos de multas de 50.000 pesetas de la época, una millonada de hoy, que afectaron a los Eguiegaray, los Alfajeme, González Regueral, Crespo Moro, Roa de la Vega, los Barthe, Álvarez Carballo, Hurtado, Pallarés, García Lorenzana, González Roldán... De casi todos ellos, el autor ha consultado “cuatro fuentes documentales directas, no sólo una, de manera que puedo demostrar que lo que hasta ahora se ha contado de cómo se financiaba por Suscripción Nacional el régimen de Franco fue sólo la punta del iceberg, apenas un 10%”.

“Las incautaciones, por ejemplo, que tanto se habla de ellas, no significaron apenas nada, eran una ruina, aunque sí servían para extender el terror y hundir el patrimonio de familias enteras”, concluye Fernández-Llamazares, lógicamente aquellas más vinculadas al régimen democrático que el golpe aplastó.

¿Entonces, de quién salía el dinero y como se gestionaba? “Pues nada o casi nada se reflejaba en la cuenta de Suscripción Nacional, como los grandes autores siguen sosteniendo. En realidad, el dinero iba directo a los militares, yo demuestro que en los dos primeros meses tras el golpe, la población, las empresas, la banca entregaron cantidades impresionantes; y luego estaban las multas a las grandes fortunas, una especie de impuesto revolucionario que principalmente servía para pagar la requisa”.

La requisa, o la compra anticipada en el comercio leonés

¿Y qué era la requisa? El autor lo explica con un ejemplo: “Si tú tienes una zapatería en León, la comisión político-militar creada aquí te ordena que todo tu material sea sólo para el ejército, que está en plena guerra; tienes prohibido venderlo a terceras personas pero te lo compran todo, a un precio justo”.

Y claro, este importante volumen de dinero tampoco se consigna. De modo oficial, a la cuenta de la Suscripción Nacional que hasta ahora se daba por buena llegaba en realidad sólo “el dinero sobrante”.

La publicación de Javier Fernández-Llamazares se agota en detalladísimas explicaciones de la ingeniería contable del régimen. Pero apenas dispone de espacio para aprovechar las abundantes fuentes documentales consultadas y por eso este libro será preludio de otros “digamos monográfico que desarrollaré con las historias” de personas como Luis González Roldán, el pintor Modesto Sánchez 'Cadenas' o el gobernador civil, Emilio Francés de Elguea“.

Las “novelas fantásticas” de Zanetti o Crémer

Una de las partes más 'polémicas' de sus investigaciones es la que desenmascara conocidísimas biografías de personas como el escritor Victoriano Crémer o como el pintor Vela Zanetti. Sí, desenmascara, porque “sabemos lo que les pasa a cada uno con pelos y señales y cuando alguno de ellos cuenta que estuvo en la celda X en la fecha Y, sabemos sin lugar a dudas que no es verdad lo que cuentan”.

Por eso, afirma categórico que hay quienes “no tienen biografías, son novelas fantásticas”. Por ejemplo, “Vela siempre defendía que a su padre, Nicostrato Vela, le arrestaron mientras estaba tranquilo en su casa, pero se sabe que estaba pegando tiros en la carretera de Carbajal, que entró en una tienda y se llevó material a punta de escopeta...”. O él mismo, “que siempre defiende que el régimen con él fue implacable... ¡pero si cuando volvió de Portugal y Madrid vivió en los años 50 tan tranquilo en León!”.

Modesto Sánchez 'Cadenas', pintor, represaliado por sus ideas.

Y le duele al autor esta 'ficción' interesada de algunos personajes, porque “estos señores les quitan el protagonismo a los leoneses que fueron víctimas, mártires de verdad”, como considera a Modesto Sánchez 'Cadenas', el sindicalista, el pintor, la persona que se enfrentó a su propia familia por defender sus ideales revolucionarios, que le desheredan y que escribe desde la cárcel antes de ser fusilado que “está convencido de que debe morir”.

Otro “mito” que Javier Fernández-Llamazares pone en entredicho es el de la participación del clero en las acusaciones a los afectados por sentencias o expedientes. “Encontramos algunos documentos en los que señalan con el dedo a quienes creen que deben morir, pero son excepcionales, normalmente se limitaban a reseñar que aunque no iban a misa tenían un excelente comportamiento; y en el primer momento, en expedientes de incautación, es que ni testifican”. Tal es así, argumenta, que “hasta el obispo daba la cara por muchos detenidos” y afectados por expedientes económicos.

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