Triana: “Soy inocente, llevo dos años en la cárcel por la puta cara”

Montserrat y Triana en el juicio por el crimen de Isabel Carrasco.

Ical

Hoy se cumplen dos años del asesinato de la expresidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, y Montserrat González y Triana Martínez, madre e hija que cumplen condena por el crimen en el módulo femenino de la cárcel de Villahierro, en Mansilla de las Mulas (León), han concedido su primera entrevista en exclusiva que recoge en su edición de hoy 'La Nueva Crónica', donde Triana proclama su inocencia: “Llevo dos años en la cárcel por la puta cara”, lamenta.

Tras defender la existencia de una 'mano negra' que ubica en “el partido” (Triana estaba afiliada al PP cuando su madre disparó a Carrasco), y apuntar que ambas están “muy decepcionadas” con el PP, se cuestiona: “¿Por qué se permite una acusación particular? ¿Por qué el PP estuvo en el juicio haciendo todo el daño que pudo?”.

Triana Martínez asegura que su presunción de inocencia “nunca se respetó”, y subraya que “esperaba que me dejaran estar fuera esperando el recurso, como a Raquel (Gago, condenada por encubrimiento y tenencia ilícita de armas, y en libertad provisional)”. “No me encuentro bien, es que no lo entiendo y ya no puedo más. (...) Por intentar evitar una cosa me ponen veinte años, ¿pero estamos locos? Van a por nosotras”, completa.

En la entrevista, asegura que ella supo de las intenciones de su madre “un minuto antes”. “Le dije: no, espera, y me colgó”, afirma. Tras recalcar que “no hubo plan”, se cuestiona: “¿Quién hace un plan así, qué superdotada hace un plan a las 5. O sea, yo soy ingeniero, cómo se pueden atrever a pensar eso. Y si hay un plan, cuando yo llego a la esquina y veo a mamá con dos policías locales, cómo voy y me presento yo”, explica.

Por su parte, Montserrat González se muestra mucho más escueta en sus declaraciones, si bien tiene tiempo para asegurar que a Isabel Carrasco “había que cargársela porque era una mala persona”, y que “no hacía falta” ensayar el crimen. Cuestionada sobre si intentó hablar con Carrasco sobre la situación de su hija antes de cometer el asesinato, se pregunta “¿para qué?” y acto seguido completa: “Con gente así, matar era la única solución. Hay que ver cómo estaba mi hija. O ella, o Triana”.

Además, tras lamentar que durante ocho meses no les dieron permiso en el centro penitenciario donde están recluidas para ir a misa, subraya que son creyentes “de toda la vida”, y solicita un traslado de prisión: “Llevo dos años aquí y quiero irme a otra cárcel donde se puedan hacer cosas. Aquí se portan muy mal con nosotras. No tiene nombre, no lo entiendo”.

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