“Desconoces tu espíritu de supervivencia hasta que lo necesitas”

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Nuria V. Martín

José Lopez Rodríguez, más conocido en la zona como 'Pepín', ciclista de montaña y campeón mundial de este deporte, de 76 años de edad, tuvo en vilo durante dos días y dos noches al Valle de Laciana. Según nos cuenta el propio accidentado, ataviado con una bata bajo la que esconde el arnés que le suelda las costillas, ese domingo 12 de junio salía con su mountain bike a hacer una ruta por Tejedo. Era un camino que le había comentado su difunto hermano y quiso hacerlo en su honor con lo que más ama en el mundo, la bicicleta.

Una vez en lo alto del valle hizo dos llamadas, una a su pareja, a la que le dijo que si saludaba por la ventana la podía ver, y otra a su cuñada, para decirle que no podía ir a comer porque estaba de ruta. Al ponerse a bajar perdió la senda por la cantidad de maleza que le rodeaba, despistado por el camino que debía tomar- sin darse cuenta llegó a un barranco donde se tropezó y cayó rodando. El golpe le dejó inconsciente un tiempo indeterminado, y al despertar se dio cuenta de dónde estaba y de que había sufrido fuertes lesiones en las costillas. Así que sin moverse se quedó a pasar la primera noche a la intemperie bajo la lluvia y con niebla.

Al día siguiente abandonó la bicicleta y se encaminó hacia el reguero del río para poder orientarse hacia el pueblo, pero el dolor sólo le dejó andar 20 metros. A su angustiosa situación se sumó que no colgó la última llamada que hizo con el móvil, por lo que se quedó sin batería para poder pedir ayuda. La desesperación se apoderaba hora tras hora de Pepín, que a pesar del malestar gritaba pidiendo auxilio con la esperanza de que alguien le localizara. Con los recursos de alrededor suyo, se guareció de la lluvia como pudo para pasar la segunda noche. Su único sustento fue el agua de los regatos, ya que le dolía tanto levantarse que no tenía fuerzas para buscar nada de comer.

Cuando se despertó a las 6 de la mañana se dio cuenta de que no le localizarían a tiempo, así que tomó la decisión de irse de allí por su propio pie agarrado a dos palos. “Desconoces tu espíritu de supervivencia hasta que la necesitas” afirma contundente, “pasito a pasito y dejándome resbalar por las laderas conseguí llegar a Caboalles”. Eran la una y cuarto de la tarde. “Siete horas para hacer lo que al final fueron sólo tres kilómetros”. Cuando apareció por la carretera vio a un vecino y antes de que le pudiera pedir ayuda éste bajó corriendo a su encuentro porque le reconoció enseguida.

Ingresó el martes a medio día en el hospital para entrar en la UCI, donde le detectaron ocho costillas rotas, dos vértebras un poco tocadas y una con una pequeña astilla, un pulmón tocado por un hueso y el corazón descontrolado. El jueves le subieron a planta, Pepín asegura que fueron los días más duros porque estaba mirando al techo todo el rato con el collarín. El martes de la semana siguiente ya le dieron el alta, pero al ser una de las lesiones más complicadas de soldar estará casi tres meses para recuperarse del todo.

La familia está muy agradecida por la preocupación de los vecinos y las labores de las autoridades

La familia cree que es un milagro que siga vivo porque cuando fueron a recuperar la bicicleta aseguran que era imposible volver a subir desde allí. Gente joven y sin lesiones tuvieron que dar un rodeo para volver al camino. Los más allegados a Pepín quieren agradecer la preocupación de los vecinos, que se volcaron en su búsqueda, y a las labores de rescate de las autoridades como la Guardia Civil. Su regreso fue una alegría, hasta Chanel, el yorsay de la familia que no se entiende muy bien con el ciclista, enloqueció de contento cuando lo volvió a ver y ahora no se separa de su lado. “No son conscientes del sufrimiento de los que nos quedamos en casa” nos dice Josefina, la novia de Pepín, que estuvo dos días sin poder abrir los ojos de todo lo que lloró.

La historia de amor de Pepín y Josefina bien merece un momento para conocerla. Fueron novios de jóvenes, pero como él apuntaba maneras para ser un ciclista profesional, como confirmó años después siendo campeón mundial, su padre no quería que perdiera tiempo con novias, así que hizo todo lo posible para separarles. Cansada de esta situación la madre de Josefina la mandó a Barcelona. La despedida fue amarga y la distancia hizo el olvido, aunque ella asegura que le costó mucho rehacer su vida porque ninguno era él. Ambos se casaron, según dicen porque era lo que tocaba, pero siempre con la duda de qué habría pasado si siguieran juntos. Pepín tuvo alguna pareja más mientras que ella se divorció y no quiso saber nada más de hombres. Hace un año Pepín volvió de Palma de Mallorca y pasó por la casa de la que fue su primer amor. Cuando se marchaba porque no había nadie apareció Josefina en un coche con su hija, que había ido sólo un par de días. Él se acercó decidido y ella le recibió con desconfianza, pero en cuanto le dijo quien era saltó a sus brazos. “Me daba igual si estaba casado, ennoviado... Era mi Pepe, el único que podía hacerme creer de nuevo en el amor” nos cuenta emocionada. “Y hasta hoy”. El destino quiso juntarlos en el momento que tenía que ser y el destino ha querido que sigan así mucho más, a pesar de los sustos por el camino.

Josefina ahora está feliz y tranquila de tenerlo a su vera, incluso agradece que no se pueda mover en un tiempo para que no le dé más sobresaltos, pero después de lo acontecido no puede evitar decir a todo el mundo “no salgas solo, ¿eh?”. Pepín es consciente que por el monte no se debe ir nunca solo, pero al no tener a nadie que le siga el ritmo dice que no le queda otra. Hablamos de un ciclista de montaña que fue profesional, ha estado muchos años en la carretera pero cuando descubrió la mountain bike rejuveneció, le motiva poder llegar a sitios imposibles de forma sencilla, para él. Un vicio que empezó a utilizar después de que, en el reconocimiento médico de la renovación del carnet de conducir, le detectaran una arritmia y le aconsejaran reposo, pero eso no va con él, y menos mal, porque gracias a su envidiable forma física la familia y amigos le vuelven a tener con ellos. De todo se aprende y esta agridulce experiencia ha demostrado que Pepin es un superviviente que no va a dejar de pedalear.

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