Se multiplica por 10 el número de personas que pide alimentos en las zonas mineras
La labor que realiza Cruz Roja en las comarcas mineras leonesas se ha multiplicado desde hace meses debido a la crítica situación por la que pasan los empleados de las empresas dedicadas a este sector. En Villablino, la sección de reparto de alimentos de esta organización ha pasado de atender a unas 10 familias al año a casi 100.
Ángel Prieto es voluntario de Cruz Roja en esta localidad desde hace cuatro años y explica que consideran que esto es algo “puntual”, pero que en cualquier caso el aumento de necesidad se ha traducido también en un incremento de la solidaridad. “Aquí la gente se está volcando muchísimo, tenemos carros en los supermercados para que la gente done lo que quiera y cada poco tenemos que retirarlos porque están llenos”, explica. La semana pasada los escolares organizaron una carrera solidaria con la que llegaron a recaudar 2.052,40 euros, que se ha destinado a la compra de alimentos. Y los comercios de la zona tammbién han arrimado el hombro.
Los retrasos en los pagos de las ayudas por parte del Gobierno, los diferentes EREs y los impagos de nóminas a los mineros ha ralentizado el ritmo de una comarca en la que casi todo depende de las minas. Según Ángel, el desánimo se palpa en la calle. “Hay algunos que llevan sin cobrar cuatro o cinco meses, se están apoyando en padres y suegros y lo que tienen lo emplean en pagar la hipoteca”.
La selección
Para realizar el reparto de alimentos, en el caso de que sean mineros, estos acuden a los sindicatos con la documentación correspondiente. Los sindicatos acreditan la necesidad con un certificado con el que los demandantes acuden a Cruz Roja, donde distribuyen una cantidad u otra en función de los miembros de cada familia. “Para los niños desde Cruz Roja León también nos llegan kits preparados que incluyen pañales”, comenta. En el caso de que no sean mineros sino familias que arrastran necesidades permanentes, es en Cruz Roja donde se realiza la selección.
La entrega
Acudir a pedir comida puede resultar incómodo y aunque Ángel insiste en que “no hay motivos para avergonzarse”, en Cruz Roja organizan las entregas de tal modo que los que acuden a recogerlas no se encuentren entre ellos. Los repartos suelen ser ágiles con el objetivo de que el almacén no esté mucho tiempo lleno, excepto la despensa solidaria, que se utiliza para necesidades urgentes, cuando llega un indigente, por ejemplo.
