Científicos de la Universidad de León avanzan en la terapia contra el párkinson

Investigadores de farmacología de la Universidad de León (fotografía del Dr. Juan José García Vieitez)

Ángela Bernardo

Un equipo de científicos de la Universidad de León ha publicado un estudio en la revista BMC Complementary and Alternative Medicine, que supone un nuevo avance en la terapia contra la enfermedad del Parkinson, un trastorno neurodegenerativo que afecta a más de 6 millones de personas en todo el mundo. Se trata de una de las enfermedades neurológicas más comunes que existen, pues el 1% de la población mayor de 65 años sufre este síndrome.

Descrita inicialmente en 1817 por el médico James Parkinson, esta enfermedad fue estudiada en profundidad a mediados del siglo XIX por otro investigador, Jean-Martin Charcot, que supo diferenciar el párkinson de otros trastornos como la esclerosis múltiple. Charcot logró evaluar síntomas distintivos en la enfermedad del Parkinson, como la dificultad para realizar movimientos ordinarios a causa del temblor que sufren los pacientes.

Tendría que pasar un siglo para que otros dos científicos (Greenfield y Bosanquet) contribuyeran al estudio patológico del párkinson, y pudieran observar las lesiones cerebrales de las personas afectadas. A día de hoy la enfermedad no tiene cura, aunque la ciencia sigue estudiando alternativas terapéuticas para combatir este trastorno, caracterizado por la degeneración de la sustancia nigra, la muerte de las neuronas dopaminérgicas y la reducción de los niveles de dopamina en el cerebro.

Levodopa, el fármaco más efectivo contra el párkinson

Este síndrome no tiene cura. Sin embargo, tal y como explican desde la Federación Española de Parkinson, los medicamentos de los que disponemos actualmente pueden aliviar los síntomas de la enfermedad, aunque no logran evitar su progresión. El tratamiento con levodopa, introducido a finales de los años sesenta, sigue siendo el más efectivo de todos, y se basa en un principio muy básico: sustituir a la dopamina endógena, de la que es deficitaria el paciente con párkinson, mediante su administración conjunta con otro fármaco, que puede ser la benseracida o la carbodopa, que ayudan a reducir los efectos secundarios de la propia levodopa.

El párkinson no tiene cura, pero existen tratamientos que pueden aliviar los síntomas

Tras los primeros cinco años de tratamiento, las personas afectadas comienzan a sufrir las conocidas como 'fluctuaciones motoras' de la levodopa. En estas fases, existen períodos donde la medicación no es efectiva, y otros donde sí está aliviando los síntomas del párkinson. A partir de aquí el fármaco también comienza a mostrar su 'lado oscuro', pues aparecen efectos secundarios como trastornos psíquicos, hipotensión ortostática o alteraciones gastrointestinales.

Los problemas digestivos en los pacientes son bastante frecuentes, y afectan de manera negativa a su calidad de vida. Hasta el momento, desde el punto de vista farmacológico, la levodopa es un medicamento bastante peculiar, pues presenta una farmacocinética bastante característica. Por ejemplo, se sabe que su absorción es rápida en la porción proximal del intestino delgado, y que su vida media en plasma es reducida.

Además, diversos parámetros nutricionales pueden alterar la tasa y la concentración de levodopa que se absorbe, por lo que su efectividad puede verse muy condicionada. Cualquier avance, por mínimo que sea, ayudará a mejorar la vida de los pacientes con párkinson, al tratarse del tratamiento más eficaz conocido hasta el momento, puesto que reduce síntomas como los clásicos temblores, la contracción y la lentitud en los movimientos causados por la falta de dopamina.

Una planta medicinal para aliviar los problemas gastrointestinales

En ese contexto, la investigación publicada ahora por científicos del Área de Farmacología del Instituto de Biomedicina de León podría mejorar el tratamiento convencional con levodopa, además de reducir los problemas gastrointestinales que suelen sufrir los pacientes con párkinson. Su estudio ha evaluado la eficacia del llantén indio, también conocido como Plantago ovata, en el tratamiento de personas afectadas por este trastorno neurodegenerativo.

Los investigadores realizaron un ensayo clínico aleatorizado, en el que compararon la efectividad de administrar fibra de esta planta medicinal frente a placebo en 18 pacientes diagnosticados con párkinson idiopático en el Servicio de Neurología del Hospital Universitario de León.

La mediana de edad de los participantes fue de 69,8 años, y su diagnóstico se había producido un año antes. Tras una mediana de tratamiento de unos ocho meses, sus síntomas se habían reducido, por lo que los científicos leoneses pensaron en probar la eficacia de administrar fibra de esta planta medicinal de manera inmediatamente posterior al tratamiento con levodopa, que se toma tres veces al día.

Tras un período de estudio de catorce días, en los que se evaluó la concentración de levodopla en plasma, los investigadores quisieron analizar no sólo si la fibra era efectiva frente a los habituales problemas gastrointestinales. El principal objetivo del ensayo clínico fue determinar si además, el uso de esta planta podría ayudar a 'estabilizar' de algún modo el tratamiento convencional de los pacientes con párkinson.

Sus resultados mostraron que la terapia con Plantago ovata ayudaba a reducir significativamente los picos observados en el análisis de las concentraciones de levodopa. En otras palabras, la administración del llantén indio no sólo sirve de ayuda en los pacientes que sufren problemas en el tracto gastrointestinal, sino que su uso también podría ayudar a estabilizar la concentración del fármaco más efectivo contra el párkinson.

De manera simultánea, los científicos leoneses consideraron, junto con la farmacocinética de la levodopa, el impacto de la fibra sobre parámetros bioquímicos como el nivel de glucosa, colesterol o ácido úrico. Sus resultados muestran que no existen diferencias significativas sobre estos valores por el uso de Plantago ovata. Esta investigación, iniciada en 2006 en la Universidad de León, podría tener un impacto positivo en la práctica clínica, ya que ayudaría a mejorar los tratamientos de una enfermedad caracterizada por el temblor de los pacientes.

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