El buen tiempo realza la vistosidad del concurrido pregón a caballo de la Cofradía de las Siete Palabras de León

Peio García / ICAL La Plaza de San Marcelo acoge el inicio de la procesión del pregón a caballo de la Cofradía de las Siete Palabras de Jesús en la Cruz de León

E.F.G./Ical

“Que cada calle alfombre el paso solemne de sus jinetes. Que todo León lo escuche”. Así se dirigía este mediodía el alcalde de la ciudad a los cientos de personas congregadas en la plaza de San Marcelo para asistir a una de las celebraciones destacadas de la jornada: el pregón caballo de la Cofradía de las Siete Palabras. La tarde tormentosa que este miércoles obligó a suspender las procesiones de la Semana Santa Leonesa dejó paso en la mañana del Jueves Santo a un sol espléndido que acompañó y potenció la vistosidad de la cita.

La intervención del regidor dio paso a la lectura del pregón por parte de uno de los jinetes que integraban la comitiva a caballo que inició junto al balcón del Ayuntamiento el recorrido que cada año le lleva también por otros destacados enclaves de León histórico: la Plaza Mayor, la de la catedral y el balcón de la Diputación. Junto a todos ellos se repitió el anuncio que da sentido a la marcha: la proclamación de los actos que celebras la cofradía en la jornada del Viernes Santo: el Sermón y la posterior procesión de las Siete Palabras.

La Cofradía se fundó en septiembre de 1962 por el entonces obispo de León, Luis Almarcha, con Eduardo de Paz Díez como principal impulsor. Cuenta con más de 2.300 cofrades y cinco pasos que procesionan el Viernes Santo, conmemorando las siete palabras de Cristo -las frases que pronunció en el transcurso de la Crucifixión-: “Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen”, “En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso”, “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre”, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, “Tengo sed”, “Todo está consumado” y “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

La Cofradía de las Siete Palabras viste túnica de terciopelo color rojo sangre, con cíngulo negro, capa negra de raso con vistas blancas, capillo y guantes blancos y zapato negro. El rojo simboliza la sangre martirial, el negro representa el luto de la muerte y el blanco la esperanza de la resurrección. El emblema de la Cofradía, colocado a un lado de la capa, está bordado en oro sobre raso negro. El escudo refleja las tres cruces del Calvario, la corona de espinas y los tres clavos, enmarcado todo ello por un óvalo.

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