Un juez manda cerrar Telégrafos

Una radiofonista con un telégrafo.

Que dicen por ahí, oye, que un juez ha mandado cerrar el servicio de Telégrafos, y que en Correos, que es la institución que lo lleva, no dan crédito al leer la orden. Tantos años de servicio y, mira por dónde, los van a clausurar ahora y con cilicio y deshonor.

Parece ser que en Telégrafos alguien compartía enlaces sobre programas de televisión o algo así, y que eso vulneraba el sacrosanto derecho de la propiedad intelectual, lo que llevó al juez a cerrar el servicio entero para detener tan dañosos y reiterados hechos.

Parece ser que el juez no se enteraba muy bien del asunto y que la cosa estaba sucediendo en un sitio llamado Telegram, una cosa muy rara, muy rusa, y muy tecnológica. Una cosa con nombre extranjero, pero tan mal disimulado que no fue difícil traducirlo y llegar a los verdaderos responsables: esos hijos de Morse que mandan cosas a toda velocidad para aprovechar la agilidad del cable y difundir avisos y noticias urgentes. Puntos y rayas sospechosamente codificados, de extremo a extremo.

Así que tenemos a una gente obsoleta viendo la tele (porque a ver quién coño ve a día de hoy la tele) enfrentándose a otra gente que manda telegramas, y todo ello en blanco y negro. Ambos. Los telegramas y la tele. La cosa llega a la justicia, porque se piratean los monólogos de Paco Martínez Soria y las aventuras de la Bruja Averías, y se toma la decisión cautelar de cerrar Telégrafos, como medio necesario para la vulneración de la ley.

Próximamente, por supuesto, se cerrará también la red nacional de carreteras porque hay gente transportando drogas por ellas, y la lucha contra el narcotráfico es prioritaria. El gremio de ferreteros, por su parte, ha puesto en remojo sus barbas ante los últimos apuñalamientos en diversas ciudades, cometidos con armas facilitadas, previo pago, en sus diversos establecimientos.

A mí se me está yendo un poco la olla al escribir esto, seguramente, pero es que se trata de adaptarse a la sociedad en la que vives o hacerse anacoreta estilita en lo alto de una columna. Y aquí en León sólo conozco la de San Isidoro, y si echo a las cigüeñas para ponerme allí, lo mismo me meten un paquete, y merecido, los de Medio Ambiente, o peor aún los de Bellas Artes o como carajo se llame ahora esa institución.

Pero no sería para menos. Manda huevos.

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