Martín Villa pone de ejemplo contra el separatismo la unión de León a Castilla para ser “más fuertes”

Los ex diputados, Rodolfo Martín Villa y Demetrio Madrid, durante el coloquio mantenido con motivo del 35 aniversario del Estatuto de Autonomía de Castilla y León. / Juan Lázaro / ICAL

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35 años después de que alumbraran con su voto el Estatuto de Autonomía de Castilla y León, el socialista zamorano Demetrio Madrid, y el ucedista y posteriormente popular, el leonés Rodolfo Martín Villa, hacen un balance positivo de la andadura autonómica, aunque le ponen un gran 'pero': la falta de liderazgo en la creación de un discurso nacional desde una comunidad central que contraponer a los territorios con afán disgregador. Esta idea explica, según Martín Villa, los esfuerzos por integrar a León para la creación de una Comunidad más fuerte, que pudiera equilibrar las tentaciones separatistas.

Con motivo de la celebración de trigésimo quinto aniversario del Estatuto, la Agencia Ical quiso reunir a los diputados que intervinieron en el debate final del texto fundacional de la Comunidad que aún viven. Son tres: el exvicepresidente del Gobierno durante la transición Rodolfo Martín Villa, leonés y destacado miembro de UCD; el primer presidente de la Junta, el zamorano Demetrio Madrid, y el también leonés José Álvarez de Paz, por el PSOE.

Álvarez de Paz, otro leonés por la integración

Los dos primeros accedieron a la invitación de compartir una mañana de conversación en el Congreso de los Diputados sobre el camino recorrido desde entonces; Álvarez de Paz, convaleciente aún de una enfermedad, quiso estar presente a través de un escrito en el que reivindica la decisión de los socialistas leoneses de apostar por la integración en el proyecto común de Castilla y León. El resto de intervinientes en aquel debate, José María Suárez y José María Ruíz Gallardón, de AP, y Horacio Fernández Inguanzo, de PCE, ya han fallecido.

El “difícil parto”

Al calor de una complicidad forjada en mil conversaciones, Demetrio Madrid (Zamora, 1936) y Rodolfo Martín Villa (Santa María del Páramo, León, 1934) revivieron para Ical el “difícil parto” que alumbró el último de los Estatutos aprobados, el de Castilla y León, en el que participaron como ponentes, la consolidación de la Comunidad tras 35 años o el futuro del modelo territorial, en este momento marcado por el debate soberanista en Cataluña y la financiación.

“Los presidentes han cumplido bien”Juan Lázaro / ICAL Los ex diputados, Rodolfo Martín Villa y Demetrio Madrid, durante el coloquio mantenido con motivo del 35 aniversario del Estatuto de Autonomía de Castilla y León. / Juan Lázaro / ICAL

El leonés Martín Villa, uno de los hacedores del actual estado autonómico como miembro del Gobierno del presidente Adolfo Suárez y de la actual configuración de Castilla y León -caballo de batalla en la confección del Estatuto de Autonomía y de la futura Comunidad Autónoma- considera que la autonomía está consolidada y que los presidentes -seis hasta ahora- “han cumplido muy bien” en la labor institucional, aunque recalca a lo largo de la conversación que “ha faltado una tarea nacional, española, la construcción de un mensaje de lo nacional pero no hecho desde Madrid”.

“Que las autoridades autonómicas hicieran un discurso nacional desde la periferia me parece interesante porque si ese equilibrio se defiende desde Madrid se acusa al Gobierno de centralismo”, reflexiona el exministro, que mira, en esa argumentación, a los socialistas Juan Carlos Rodríguez Ibarra y Francisco Vázquez, que fueron presidente de Extremadura y alcalde de Coruña, respectivamente. “Ha faltado, y sigue faltando, ese equilibrio entre las comunidades sin tendencias disgregadoras y las comunidades con tendencias disgregadoras”, lamenta, donde insiste en que ahí Castilla y León podía haber tenido una mayor presencia nacional.

Demetrio Madrid, que tuvo la responsabilidad entre mayo de 1983 y octubre de 1986 de poner en marcha una Comunidad que sólo estaba en el papel, está de acuerdo en que Castilla y León tenga una voz más reivindicativa en el mensaje de lo nacional, pero Martín Villa introduce otro elemento: un mayor liderazgo cuando “hay excesos de los llamados nacionalismos periféricos”. Confiesa el exministro su “tentación”, que finalmente no cumplió, de haber sido presidente de Castilla y León, además de para una labor de gobierno, para “tener el ojo puesto respecto a los excesos del nacionalismo catalán y vasco”. “Te hubiera votado antes que a Aznar”, bromea quien sí fue presidente de la Comunidad.

Los recursos de León... Segovia y Burgos

Se detiene Madrid en los orígenes y las tensiones territoriales iniciales -comenzó el mandato con cuatro recursos ante el Tribunal Constitucional que cuestionaban la Comunidad- , en particular en León, Segovia y Burgos, y en el tiempo dedicado a recorrer las provincias para “convencer” de que la autonomía “no iba a ser en detrimento de nadie”, unido a que “nunca hubo una fiesta en paz hasta hace muy poco”, pero admite que ya resuelto eso Castilla y León podía haber tenido “un liderazgo, no digo el centro de atención, pero sí de llamada de atención al resto de autonomías”.

Razón de estado o 'café para todos'

“Quería que en el equilibrio territorial político, Castilla y León tenía que ser una comunidad fuerte y, sin León, la debilidad estaba asegurada”, dice Martín Villa, que rápidamente precisa que el entonces “separatismo” de León “nada tiene que ver y está en las antípodas” de lo que sucede en Catalaña, en un argumento compartido por Demetrio Madrid, quien reconoce el papel del entonces ministro para que la provincia leonesa formará parte de la actual Comunidad Autónoma, junto con el también socialista leonés José Álvarez de Paz, quien en su escrito señala: “Optamos, no sin dificultades internas, por la unión con Castilla, descartando la autonomía uniprovincial, sabiendo que la provincia viene a ser, como su nombre indica, un territorio urdido por Roma para controlar a los vencidos”. Asimismo, justifica esta decisión en las similitudes sociales, económicas e institucionales de ambas regiones y en que “su deterioro y declive” obedecían a idénticas causas.

Junto al pacto de estado de julio de 1981 entre UCD y PSOE sobre el mapa autonómico, en el que se incluye a León y a Segovia en Castilla y León, Martín Villa, que lo vivió en primera persona, considera que el “mensaje de igualdad” fue el referéndum sobre el Estatuto de Autonomía de Andalucía. “Aquello fue una batalla horrible, creo que fue el punto de partida de la desaparición de UCD”, recuerda, para añadir que, a partir de ahí, “la generalización del proceso era absolutamente obligada por la urgencia del momento”, aunque la diferencia de cinco años en el acceso de las autonomías del vía lenta (143) a rápida (151) “no era nada.

La Rioja y Cantabria en Castilla y León

Ambos coinciden en que el número de comunidades es “demasiado”, pero también en la dificultad de volver atrás en un país con la historia de España. “Sí volviéramos atrás, habría que hacer lo mismo”, observa Demetrio Madrid, convencido de que el proceso, aunque “no fuera perfecto, sí fue acertado”, para quien hubiera sido “peor” que los legisladores hubieran cerrado un mapa sin contar con los ciudadanos y hubieran integrado, “sin duda”, a “La Rioja, de soltera Logroño, y Cantabria, de soltera Santander”, con Castilla y León. En este sentido, Martín Villa remacha: “La política no es siempre racional y debe tener en cuenta otros factores”.

Pero el estado autonómico se ha revelado útil para el país. “No es la mejor, ni la peor, es la solución”, sentencia el primer presidente de la Junta, que subraya que en ese momento había que refundar el Estado y el modelo centralista “no era posible”, más con una Constitución a favor de la descentralización. “Políticamente fue plenamente acertado, que se podía haber hecho mejor seguro, pero no está en contradicción con decir que fue un acierto pleno”, valora. Martín Villa es de la misma opinión: “Creo que en conjunto el balance es positivo, ha funcionado mejor en el gobierno y la gestión, hay un exceso de leyes autonómicas”. “¿Por qué hay un buen sistema sanitario, aunque esté gestionado por las comunidades, pues porque la operación de estómago no es de derechas ni de izquierdas, y la enseñanza crea otros problemas”, remata.

Reformas para el futuro

Comparten que el actual modelo es “muy parecido” a un federalismo y esto es más una cuestión nominalista ante la descentralización de competencias y en la necesidad de introducir reformas en la Constitución, pero el exministro se niega a que se hable sólo del Título VIII (De la organización territorial del Estado) para “contentar al separatismo catalán” y subraya que los temas fundamentales ya están en la Carta Magna, aunque sí se decanta por legislar sobre la llamada regeneración política, como la estructura de los partidos, su financiación, donde propone que en la casilla del IRFF -ahora fines sociales o religiosos- se pueda poner la de un partido político, o la estructura de los grandes órganos constitucionales. “Los temas de regeneración política son tan importantes como el territorial y sirven para resolver la cuestión territorial”, sostiene.

Demetrio Madrid defiende la inclusión en la Constitución de todas las comunidades con “nombre y apellido”, la reforma del Senado como verdadera cámara de representación territorial -“eso sí”, apunta el exministro-, la lealtad institucional y una serie de derechos sociales, como el derecho al trabajo o a la vivienda. “Pero de un modo que comprometan”, tercia Martín Villa, que reclama mayor protección para los derechos a la educación, sanidad, pensiones y dependencia en la Carta Magna.

“La antipatía en la recaudación tiene su contrapunto la simpatía del gasto”, dice gráficamente el exministro, en referencia a que el Gobierno central recauda pero luego hay una descentralización en la parte del gasto a las autonomías que las permite la “parte simpática” de inaugurar por ejemplo un colegio y echar la culpa si no tienen dinero. “Hay que combatirlo”, plantea. Se muestra partidario de que el Gobierno central recaude en su totalidad unos impuestos y las autonomías otros, también de forma íntegra para avanzar así en la corresponsabilidad. ¿Y aumentar el techo competencial?. “En un Estado en que el Gobierno central dispone del 20 por ciento de los ingresos públicos, pues ya me dirá si queda mucho margen para aumentar los techos competenciales”, concluye.

El debate más animado entre ambos y también la parte de mayor divergencia fue cuando se planteó el papel de las diputaciones provinciales. Martín Villa, que en aquellos momentos habló de que Castilla y León era algo más que una mancomunidad de diputaciones pero que sería también eso, mantuvo la importancia de las provincias en la estructura de la Comunidad y considera que “se podía haber intentado” que una parte de los diputados provinciales fueran a la vez procuradores por elección directa del ciudadano y las diputaciones se constituyeran como la Administración de la Junta en las provincias, mientras que su presidente compaginara el delegado de la Junta en los distintos territorios.

Demetrio Madrid, que vivió los problemas con algunos presidentes de diputaciones en su etapa, recordó que la propuesta de los ponentes del Estatuto era la desaparición de las diputaciones, aunque “sin éxito”, y defendió que se podía mantener la estructura administrativa de estas instituciones, pero sin estructura política, como eje de las delegaciones territoriales de la Junta. “Las delegaciones territoriales deberían ser lo que son las diputaciones, pero éstas fuera”, precisa. “¿Cómo se puede gobernar con gobernadores civiles? No se puede crear un movimiento nacional ahora”, bromea sobre un presidente de diputación-delegado de la Junta de un partido distinto al Gobierno autonómico. “No tiene nada que ver, pensé que era una fórmula”, replica Martín Villa.

La conversación se desarrolló en un tono distendido y amable, en la que no faltó la ironía y en algunos momentos cierta emoción de los protagonistas por los momentos compartidos, aunque desde ideologías distintas, sí con unos mismos objetivos en la construcción de la España democrática y autonómica. El encuentro terminó con una visita al hemiciclo, en el que se sentaron en varias legislaturas, uno en el banco azul y otro en la bancada socialista, a la Sala de los Pasos Perdidos y a la Sala en la que se reunieron los ponentes de la Constitución.

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