África Llamas de Rada, la actriz que fue la primera leonesa en volar en 1932

La aviadora África Llamas de Rada posando feliz apoyada en el timón de un aparato de vuelo.

Una de las características de la historia leonesa es la gran cantidad de mujeres nacidas aquí que se dice que 'hicieron algo por primera vez' que en su época correspondía solo a los hombres. Es decir, que rompieron las barreras sociales aceptadas en el imaginario popular, demostrando una de las características más comunes de esta tierra: que las mujeres tenían una forma de vivir mucho más avanzada que en otros lugares. Que la primera reina con poder efectivo de la historia de la Europa Cristiana fuera Urraca de León no es una casualidad, ya su abuela Sancha de León y su tía Urraca (la señora de Zamora también conocida por el cáliz de San Isidoro, que podría ser el Calix Domini) fueron ejemplos de ello en la Edad Media.

En el mundo de la tecnología de primeros del siglo XX África Llamas de Rada, nacida en León el 23 de agosto 1911 es la protagonista de nuestra serie de Mujeres Sobresalientes, ya que fue una de las primeras mujeres piloto de aviación de España –otra de las que aprovecharon los avances en transportes fue Catalina García González (Puebla de Lillo, 1902), la primera en obtener un carnet de conducir en 1925 y conseguir una licencia para una línea de autobuses en Riaño–, siendo, se cree, la quinta en conseguirlo en el año 1932. La historia de las mujeres de la provincia de León avanzadas en muchas cosas –como la creadora del primer libro electrónico del mundo, Ángela Ruiz Robles, recordada este mes de noviembre hasta por el New York Times– la recogió el periodista leonés Fulgencio Fernández en el imprescindible libro Leonesas y pioneras.

África Llamas de Rada provenía de una familia bien leonesa (los Llamas-Llamazares y Llamas-Bustamane), que ciertamente nació aquí (en 1911, casualmente el mismo año en que voló por primera vez un avión en la capital leonesa), pero no vivió mucho en León; ya que su padre, afamado abogado –hasta el Conde de Romanones quiso que fuera ministro, pero no aceptó–, se trasladó a Madrid cuando ella tenía un año de edad. Era la menor de una docena de hermanos, dicen que la niña de los ojos de su padre. De espíritu rebelde que ya con 16 años protagonizó una de las primeras películas del cine mudo de España: Los vencedores de la muerte junto a Juan de Orduña, uno de los galanes de la época. Por este papel cobró 500 pesetas, una auténtica fortuna para 1927, y nada menos que en plena dictadura de Primo de Rivera. Los críticos compararon su misteriosa mirada nada menos que con la de la diva Greta Garbo –como explica este reportaje del Diario de León sobre los pioneros del cine leoneses–, pero la experiencia no le debió gustar mucho, porque no volvió a repetirla. Pero su vida sí que fue de cine.

Llamas de Rada es conocida por la proeza de ser piloto en los años 30 en España. Algo que se supo gracias a ser registrada en fotografías, que se han descubierto en este siglo XXI al investigar la historia gráfica de la aviación española. A pesar de los desafíos, realizó su curso con otros cuatro hombres en el antiguo Aeroclub de Madrid, ubicado en lo que hoy es el aeropuerto de Barajas. Su inquebrantable determinación la llevó a volar en monoplanos y biplanos, desafiando las expectativas de una época en la que las mujeres enfrentaban limitaciones y prejuicios. Destacó su valentía y osadía, rompiendo barreras en una sociedad donde las mujeres enfrentaban restricciones significativas.

Su vida, enmarcada por el agitado contexto político de principios del siglo XX en España, refleja la lucha por los derechos de las mujeres. A pesar de que en 1931 se aprobó el sufragio universal, África Llamas de Rada se destacó como una figura rebelde y moderna, desafiando las restricciones sociales impuestas a las mujeres de su tiempo.

Pero tuvo suerte: su familia numerosa y progresista le brindó el apoyo necesario para seguir sus aspiraciones, incluso cuando ocultó su participación en el curso de aviación a sus padres. “Mis padres no sabían nada, no les había dicho que estaba haciendo el curso con otros cuatro hombres y que la única mujer era yo. Utilizábamos un monoplano de madera, de esos que parecen hechos por niños, aunque mi avioneta preferida era una De Havilland de fabricación inglesa, un biplano”, recordaba en esta entrevista en el diario El Mundo cuando tenía 95 años.

Mentir por amor a la aviación

Para conseguir el título de aviación mintió lo necesario: le faltaban meses para cumplir los 21 años, edad necesaria para ingresar en el curso, y dijo que tenía más; y también a sus padres, que no sabían lo que estaba haciendo. Además, con la ayuda de una de sus hermanas, les sisó el dinero para pagarlo “a peseta el minuto de vuelo”, y ella misma confesaba que tenían que hacer cada día 10 ó 15 minutos. Y el curso duró cuatro meses. Es decir, le costó una pequeña fortuna.

Una circunstancia, el amor por la aviación que bien pudiera haber sido de familia. El mecánico del famosísimo vuelo del Plus Ultra en 1926, pilotado por Ramón Franco, fue Pablo Rada. Y una mentira que también pudo ser necesaria por el miedo de sus padres a que le ocurriera algo: en un vuelo de 1930, dos años antes, el capitán Julián Llamas de Rada perdió la vida en un accidente de avión en Taurima (Tenerife).

Al final el 22 de junio de 1932 el director general de Aviación Civil firmó su carnet de aviadora. Pero todo ese esfuerzo sirvió para poco (no para ella, que consiguió volar y lo recordará toda la vida) ya que casada en el mismo año en que se convirtió en piloto, su esposo, un capitán de navío, no compartía su entusiasmo por la aviación, llevándola a renunciar a su sueño de seguir siendo piloto ese mismo año, con lo que pudo disfrutar poco de los cielos. Por muy avanzada que fuera, las limitaciones impuestas a las mujeres incluso durante la Segunda República –momento de grandes avances en derechos femeninos–, eran enormes: el papel tradicional de la mujer como ama de casa aún pesaba mucho. Sobre todo por el 'qué dirán' que reforzaban en la Sociedad la mayoría de las veces otras mujeres envidiosas. Los hombres que compartieron el curso de aviador con África Llamas de Rada seguro que no pensaban así y lamentaron lo ocurrido.

De hecho también sabía conducir, siendo otra de las primeras españolas en hacerlo, pero su marido tampoco le dejaba llevar el coche. Pero en cuanto murió su esposo en 1972, ella lo primero que hizo fue adquirir un Seat Seiscientos, tomó unas clases de refresco que le dio su hijo y se fue en coche hasta Alicante. Eso sí, en cuanto consiguió su objetivo vendió el coche y no volvió a conducir. Pareciera que le gustara más la aventura de romper barreras que disfrutar de las capacidades adquiridas: una forma de sentirse orgullosa sin romper del todo las convenciones sociales.

África Llamas de Rada, una más que notable mujer de carácter fuerte y aventurero, murió en 2010 con casi cien años de edad. Enfrentó múltiples desafíos con determinación y se comportó toda la vida como una señora. Aún llevada por diversos caminos que la limitaron sus hitos en la aviación, el cine y sus aspiraciones académicas (quiso estudiar Medicina) demuestran la complejidad de su personalidad en tiempos en los que no era fácil mostrarla.

Una leonesa sobresaliente, y, nunca mejor dicho, una estrella de altos vuelos.

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